En un club tan cinéfilo como éste, no podía faltar salir al encuentro del expreso de medianoche. Comprobar el porcentaje de pasajeros que darían con sus huesos en alguna prisión turca era el objetivo. Por desgracia, el tren, al que estábamos esperando puntualmente, no se detuvo al vernos. En un mundo enfermo de inmediatez como el nuestro ya no queda espacio para el rigor científico que nos caracteriza.
Fracasada esta comprobación, decidimos concentrarnos en la belleza de la vereda que habíamos tomado pasado Valdenoches para llegar a las vías del AVE, en la sensación de correr llaneando por el alto bajo el cielo en ocaso y las vistas del corredor entre dos luces. Ya anocheciendo, iniciamos el descenso hasta el depósito de sal para volver a Valdenoches. A la llegada, pensamos que se había improvisado una fiesta de recepción para nosotros, pero no, estaban celebrando lo que sea que se celebra en el pueblo en la noche del dos de agosto. Por nuestra parte, la cosa se alargó con un avituallamiento líquido y sólido de proporciones pantagruélicas, -sí, ha sido necesario consultar el diccionario-, y la compañía. Qué buen invento el de los trail nocturnos, quién lo probó, lo sabe. Salud.
Total: 14,42 km