Bueno, creo que me toca comentar cómo fue el fin de semana, le he dado unas cuantas vueltas pero como no sé por donde comenzar y ya han pasado un par de días, he decidido hacerlo por el final… Qué auténtica pasada comprobar la cantidad de gente que, desde Guadalajara, siguió la carrera casi kilómetro a kilómetro!! Y es que con una aplicación informática se podía hacer seguimiento de los corredores desde el sillón de tu casa, y he alucinado al comprobar que tanto mis compañeros de entrenamiento como los del Club Maratón hicieron un exhausto seguimiento de cada uno de los que fuimos para allá. Qué emocionante leer todos los mensajes que se iban intercambiando por whatsapp durante toda la mañana!!
Por otro lado me siento abrumado (y encantado y agradecido y emocionado) por la cantidad de mensajes de ánimo que recibí antes de la carrera y, aún mayor todavía, interesándose por cómo había ido y de felicitaciones. Mi vocabulario es muy pobre, no tengo más palabras que estas: un millón de gracias.
Llegados aquí, para los que más prisa tienen diré que el resultado ha sido fantástico, he conseguido en la misma jugada, hacer mi mejor marca personal tanto en media maratón como en la maratón en sí misma, un auténtico 2×1. Pero lejos de adquirir valor doble, en este caso resta, ya que fue a costa de sufrir más de lo que debería.
Para los que les apetezca leer más, os cuento la carrera y todo lo que la rodeó, ya aviso que llegar al final será una auténtica maratón… Emoticón smile
Como ya conté hace un par de semanas, la planificación fue larga, 16 semanas de entrenamiento en las que he acumulado 1.081,68km en 86h02’41” de carrera (sumando los 42k de la maratón obtendremos el total).
Que nadie se líe, el gran mérito del resultado de la carrera es de mi entrenador Javier Cañadillas Kaña. La enorme dificultad de la planificación es lograr que el corredor llegue a la competición en su nivel más alto, que pueda competir dando su 100%. Pues creo que he llegado al 120% y además (muy importante también) sin ningún problema muscular/articular. No me cansaré, muchas gracias Mister, sin tus pautas y apoyo alcanzar esta marca habría sido imposible e impensable.
Pero llegar en ese estado de forma es un arma de doble filo. En los entrenamientos había conseguido alcanzar ritmos bastante más altos que el de competición sin demasiado esfuerzo, mi mayor problema era saber frenarme, había que controlar eso.
Como mi reto era correr en 2h50′ decido plantear la carrera siguiendo a la liebre que correría en esa marca. Nunca he hecho una carrera siguiendo las guías, no me gusta, ellos corren a su ritmo y a mí me gusta llevar el mío, pero en esta ocasión parecía lo más razonable. Pues bien, sin haberme calzado las zapatillas a mi plan se lo traga el váter… resulta que la liebre más rápida es la de 3h… la organización me ha dejado con el culo al aire y cara de tonto. Me toca pasar al Plan B.
Plan B que no tengo… así que decido correr como he corrido siempre, por sensaciones.
Entro en el cajón 20 minutos antes de la salida, y ya está petado de gente, veo por delante de mí el globo de 3h y el de 3h15′, y yo quiero correr mucho más rápido!! debería estar más delante, pero es imposible dar un solo paso. Es terrible como es la gente, todos sabemos más o menos el ritmo que vamos a llevar y en qué tiempo vamos a terminar, pero en vez de colocarte según tus expectativas lo único que le importa a la gente es salir lo más delante posible aunque luego le vayan a adelantar 2.000 personas. Los cajones de salida son una curiosa metáfora de lo que es la condición humana… (toma zasca).
El “speaker” nos está dando una tabarra tremenda, debería tener la adrenalina disparada pero me entran ganas de volverme al hotel a dormir un ratillo más… no se callará este tío, no podían poner una de AC/DC como en todas las carreras que nos ponemos todos a mil?!?
Por fin dan la salida y tras dos o tres tropezones y cambios de ritmo para superar gente, encuentro un “pasillo” por un lateral por el que puedo avanzar rápidamente y en medio kilómetro ya estoy corriendo con los de mi ritmo. No ha sido para tanto. Otra buena metáfora de la condición humana (colleja para mí mismo).
Corro por sensaciones, sé que voy rápido pero me encuentro muy bien. Sigo el consejo que me dio JP y, aunque no me gusta hacerlo, miro el reloj cada 5km ya que la cuenta es sencilla, si corro a 4km/minuto tiene que salir 20, 40, 60… pero voy en ritmos algo más rápidos, cada punto de referencia es algo más bajo que el anterior, joder qué bien me encuentro. El día es magnífico, el entrenamiento ha sido buenísimo y me encuentro como nunca, encuentro sensaciones positivas por todos los lados. Llego a la media maratón y compruebo que, para mi sorpresa, he corrido en mi Mejor Marca Personal (1h21’20»). Me hecho la bronca, está clarísimo que estoy corriendo demasiado rápido, estoy planificando mal la carrera, lo voy a pagar después, no se puede hacer la mejor marca en media cuando estás corriendo una maratón. Es una locura, una barbaridad que voy a pagar.
Me planteo qué hacer. En las otras maratones he conseguido doblar la media, es decir, hacer la misma marca en la primera mitad y en la segunda, perdiendo medio minuto o un minuto más o menos, pero vaya, eso es lo normal. Me encuentro genial y las cuentas salen solas. Si consigo mantener el ritmo acabaría en 2h43, cediendo un par de minutos (aunque nunca he cedido tanto) salen 2h45. Me pongo a soñar y decido arriesgar e ir a por todas, soy consciente que lo puedo pagar pero voy a por ello.
Nota del Autor: en casa he comprobado que el km22 me salió a 3’42» (debería estar corriendo veinte segundos más lento). Es decir, mientras mentalmente decidía qué hacer, mis piernas ya habían apostado por arriesgar. Mucho antes que mi cabeza.
En el kilómetro 25 el ambiente es terrible, pero para bien, hay tanta gente que es imposible no emocionarse, nos hacen pasillo, la gente tiene que abrirse para dejarnos paso al grupo en el que voy metido desde casi el principio. Recuerdo alguna conversación sobre el valor y dificultad de hacer un 10K “a fuego” (y lo mantengo), pero pienso que una maratón es especial, que hay que vivirla, esto impresionante. También me acuerdo de mi brother que pasará por ese mismo punto unos minutos después y sonrío pensado que lo va a flipar…
Así continúo hasta el treinta y pico y he aquí que el temible “Muro”, el famoso “Hombre del Mazo” (a quien no tenía el gusto de conocer), apareció para dejarme la tarjeta de visita. Me golpeó con fuerza, sin ninguna piedad. “Te has pasado de listo chaval!!” parecía gritarme. Empiezo a tener malas sensaciones, me faltan fuerzas, me en
cuentro sin energía… todavía faltan diez kilómetros!!! Tengo que aflojar, empiezo a hacer la goma en el grupo en el que iba y, finalmente, decido ceder para recuperar sensaciones. Voy muy mal. Además, aunque el circuito es muy rápido, justo en ese punto se pone ligeramente hacia arriba, vale, no es Guadalajara, pero con alguna rampa importante. Me digo que tengo que llegar como sea al 35, a partir de ahí el perfil cambia hacía abajo, se vuelve favorable… “luego me tomaré dos kilómetros para recuperar y seguro que después ya puedo volver a soltar las piernas”, me digo. A mi alrededor petan otros 3 o 4 corredores, uno para por calambres en el gemelo, otros están doblados sobre la cintura intentando respirar… qué cosas, esto casi me anima un poco, no soy el único que va mal, ya sabéis el dicho: mal de muchos consuelo de Imbéciles. Pero nada, mi plan no funciona, llevo un rato bajando y mi sensación es de estar subiendo el Tourmalet. Me planteo abandonar, voy muy tocado… me hago chequeos constantemente, muscularmente me encuentro muy bien, no noto ninguna molestia y en cualquier caso el mayor problema sería una roturilla de fibras, no pasa nada. Las pulsaciones están totalmente controladas, no es ese el problema. Simplemente no voy, no tengo energía. Decido correr un kilómetro más y allí veré que hago. Me alegro un montón cuando por despiste compruebo que no ha pasado uno sino dos… venga otro poquito más. ¿Seguro? Sí… aquí mi sensación es horrible, todo el mundo me adelanta, todos van en avión a propulsión y yo en barquito de papel… además la gente me anima mucho, corea mi nombre (que viene en el dorsal) para empujarme “vamos Alberto, ya no te queda nada, ánimo!!” pero mi cerebro ha apostado todo a “negro”, lo único que pienso es que están notando mi mal momento, “cómo iré que todo el mundo me anima a mí”, lejos de ayudarme me hace sentir mal, siento un poco de vergüenza y casi quiero desaparecer. Pero ya estoy en el 40. Ya se ve la Ciudad de las Ciencias y sé que la llegada es preciosa, tengo que llegar como sea.
cuentro sin energía… todavía faltan diez kilómetros!!! Tengo que aflojar, empiezo a hacer la goma en el grupo en el que iba y, finalmente, decido ceder para recuperar sensaciones. Voy muy mal. Además, aunque el circuito es muy rápido, justo en ese punto se pone ligeramente hacia arriba, vale, no es Guadalajara, pero con alguna rampa importante. Me digo que tengo que llegar como sea al 35, a partir de ahí el perfil cambia hacía abajo, se vuelve favorable… “luego me tomaré dos kilómetros para recuperar y seguro que después ya puedo volver a soltar las piernas”, me digo. A mi alrededor petan otros 3 o 4 corredores, uno para por calambres en el gemelo, otros están doblados sobre la cintura intentando respirar… qué cosas, esto casi me anima un poco, no soy el único que va mal, ya sabéis el dicho: mal de muchos consuelo de Imbéciles. Pero nada, mi plan no funciona, llevo un rato bajando y mi sensación es de estar subiendo el Tourmalet. Me planteo abandonar, voy muy tocado… me hago chequeos constantemente, muscularmente me encuentro muy bien, no noto ninguna molestia y en cualquier caso el mayor problema sería una roturilla de fibras, no pasa nada. Las pulsaciones están totalmente controladas, no es ese el problema. Simplemente no voy, no tengo energía. Decido correr un kilómetro más y allí veré que hago. Me alegro un montón cuando por despiste compruebo que no ha pasado uno sino dos… venga otro poquito más. ¿Seguro? Sí… aquí mi sensación es horrible, todo el mundo me adelanta, todos van en avión a propulsión y yo en barquito de papel… además la gente me anima mucho, corea mi nombre (que viene en el dorsal) para empujarme “vamos Alberto, ya no te queda nada, ánimo!!” pero mi cerebro ha apostado todo a “negro”, lo único que pienso es que están notando mi mal momento, “cómo iré que todo el mundo me anima a mí”, lejos de ayudarme me hace sentir mal, siento un poco de vergüenza y casi quiero desaparecer. Pero ya estoy en el 40. Ya se ve la Ciudad de las Ciencias y sé que la llegada es preciosa, tengo que llegar como sea.
No sé si estoy corriendo o simplemente me estoy dejando caer, pero de una forma u otra, consigo entrar en la plataforma azul montada sobre el agua ¡qué bonito es esto leche! solamente quedan 200 m y ya empiezo a celebrarlo con visibles gestos de alegría y satisfacción. Paso la línea de meta bajando más de un minuto la marca que me propuse conseguir. El tiempo es extraordinario, pero mi sensación es agridulce. He sufrido mucho.
Nota del Autor: una vez en casa, he podido comprobar que no fue para tanto, en mi peor kilómetro fui a 4’24» y en el último entré a 4’15». Pero coincide que los que entraban en ese tiempo y habían planificado bien la carrera, aprovecharían el perfil favorable de los últimos kilómetros para hacer un cambio y entrar a unos 3’50», con lo que iban unos 30 segundos más rápidos que yo y me daba la sensación de ir completamente clavado… sensaciones y pensamientos de una maratón…
Resumen: me vuelvo con dos MMP, tanto en Media (que prometo intentar batir en 2016) como en Maratón, pero con el sabor agridulce de saber que si hubiera planteado mejor la carrera, si hubiera corrido con más cabeza, habría disfrutado mucho más e incluso quizás habría hecho mejor marca todavía.
PD: Mi más sincera enhorabuena a todos los corredores que nos desplazamos desde Guadalajara, creo que todos, o al menos la mayoría, se ha vuelto con sus objetivos cumplidos. Qué gran fin de semana hemos compartido y qué buena paella que nos comimos después!!