Una vez cumplido mi gran objetivo de la temporada 2015/16 (Maratón de Valencia en noviembre), aunque volver a recorrer los 42 kilómetros por las calles de Sevilla resultaba tentador por la cantidad de gente de Guadalajara que acudirá a la cita, no me apetecía volver a preparar otra maratón, con la carga de kilómetros y el duro trabajo de series que conlleva. Además tenía muchas ganas de preparar bien una media maratón y un diez mil, y bajar mis marcas personales que estaban caducadísimas…

Así que, con ese objetivo por delante, el pasado fin de semana (23,24 de enero) me desplacé hasta Santa Pola donde se celebró el Campeonato de España de Media Maratón. La cosa prometía ya que me habían hablado de las bondades del circuito, de correr a nivel del mar y del ambientazo que iba a haber…

He de confesar que no las tenía todas conmigo, tras Valencia tuve una o dos semanas de (merecido) descanso, y después, una vez pasada la Media de Guadalajara, entramos de lleno en las fiestas de navidad, en las que se entrena poco y mal y se come y bebe de más. Con estas sensaciones en la mochila y tan solo una buena semana de entrenamiento, me apunté al 10.000 de Alovera a hacer un test real de mi estado de forma ¡y vaya estado de forma! Resultó que corrí más rápido que nunca, rebajando mi mejor marca personal con holgura y, lo mejor, con unas sensaciones de comerme el asfalto que se salían de las zapatillas.

Así que, como os decía, me decidí a ir a Santa Pola (había tenido la precaución, allá por diciembre, de coger dorsal por si acaso). Aunque con la sensación de necesitar una o dos semanas más de entrenamiento fuerte, no me quedaba otra tras lo de Alovera.

Lo primero que adelantaré es que (a posteriori y siempre desde mi punto de vista), no me pareció la mejor carrera para buscar una Mejor Marca Personal, por las siguientes razones:

  1. En los cajones de salida, tras una primera línea con los corredores de Élite, al ser Campeonato de España, había un cajón reservado para todos los corredores Federados. Lógico por un lado. Caótico por otro. Dentro de los corredores Federados, los hay que corren a 3’ o a 3’30’’, pero también los hay que corren a 4’, 4’30 o 5’… con lo que la gente que veníamos de atrás con fuerza para estar delante (hay que tener en cuenta que allí delante todo el mundo estaba para ir al máximo, nada de correr para echar la mañana) nos topamos con un muro de corredores enorme que impedía el paso. Nervios, tropiezos y hasta empujones, nunca había visto una salida tan caótica como esta.
  2. El recorrido tampoco ayudó: mucho callejeo, giros y hasta algún cambio de sentido de 180º, todo ello entre centenares de corredores que van al mismo ritmo que tú favoreciendo los tropiezos o rectificaciones para evitarlos.
  3. El horario de comienzo es demasiado tarde. Y ya me jode decir esto, justo yo que me paso el año protestando por los madrugones para correr. Pero teniendo en cuenta la temperatura primaveral que estamos teniendo este invierno, el día especialmente cálido que salió y que Alicante es conocido por su suave climatología, el resultado es que a las 11.30 ya se notaba en exceso la subida del termómetro. Hay gente a la que esto le va bien, pero yo, para correr, prefiero algo de frío e incluso una lluvia finita.

Con todo esto, allá que me lancé con el Velociraptor Charly para afrontar los 21k. Pronto alcanzamos a Toni, corredor de La Esperanza y buen compañero de carreras y entrenos, que salió desde el cajón de Federados pero esperó a que le alcanzásemos para buscar juntos el mismo objetivo, bajar de la 1h20’.

Los kilómetros se sucedían y una vez alcanzado el cuarto, los percances habían desaparecido casi por completo. Al fondo apareció la silueta de otro Velociraptor, Dani, al que fuimos recortando distancia poquito a poquito, kilómetro a kilómetro. Una vez con él, por allí aparecieron también los atletas de Guadalajara Gregorio y César Medina, con lo que, sin haberlo preparado, hicimos un grupete de la tierra bien majete.

Aunque concentrados en la carrera, íbamos comentando el sorprendente nivel de la gente, estábamos corriendo a ritmos de 3’45 de media, robándole segunditos al crono para mejorar la marca, y seguía habiendo decenas, centenares de corredores que no cedían ni un paso… Toni me cantaba que íbamos algo por encima de la media, demasiado rápido. Yo pensaba que esos segundos recortados vendrían bien para más adelante.

Sobre el kilómetro nueve Charly y Dani empiezan a tener problemas musculares y tienen que bajar el ritmo, Gregorio también necesita bajar un poco las pulsaciones y va cediendo unos metros. Por el contrario, César tiene un punto más de chispa y se va alejando. Se rompe el grupo de Guadalajara pero nos quedamos Toni y yo, como en aquella mítica Maratón de Sevilla del año pasado (mítica para nosotros dos, claro).

El kilómetro 11 incluye unos metros por la arena de la playa, pero hay que reconocer que está muy compacta y se puede correr bien sin hundirte en ella. A su salida el circuito da un giro de 180º desde el que parte la mayor y única rampa exigente de todo el circuito. Toni me dice que va algo justo y que tire yo. El kilómetro 12, por el contrario, tiene un buen tramo cuesta abajo para recuperar y bajar pulsaciones, consigo hacerlo, pero Toni va cediendo algunos metros y ya me quedo “solo” hasta el final de la carrera, en el que encontré un anónimo compañero…

Continúo con la sensación de no poder apretar más pero con las fuerzas suficientes para mantener el ritmo. Empiezo a hacer cálculos y, sumando esos segunditos que le estábamos robando al cronómetro, el resultado sale que podría estar entrando en meta sobre la hora diecinueve. Esto me anima y me da fuerzas para seguir.

Se acerca ya el 16, va quedando poco, sin embargo ya estoy notando el calor en mi piel y, sobretodo, en el ritmo cardíaco, las pulsaciones se aceleran un poquito. Además, justo este punto transcurre por una calle paralela a la línea de meta y, como ya me ha ocurrido en más de una carrera con esta particularidad, mi cerebro se impacienta y acomoda, ve la llegada ahí al lado y quiere parar. Esto me exige más concentración y ánimo. Pero la mente es más fuerte que las piernas, las ganas de parar van ganando a las de correr. Sigue, sigue y sigue. Me repito. 17, 18… en el 19 sucede algo que a uno le hace maravillarse de este deporte, un completo desconocido se pone a mi lado y empieza a animarme, “venga vamos, ya lo tenemos, vamos hasta la meta”. Le digo que voy un poquito justo de gasolina. Me dice que ni hablar, que me pegue a él y le siga. Me agarro a su ritmo, va muy bien, muy suelto. Llegamos juntos al 20, tan solo queda uno. “¡Sigue sigue vamos, pegáte a mí!” A falta de 750 metros hace un buen cambio, intento seguirle pero es muy fuerte para mí, le dejo que se vaya algunos metros y espero mi momento. Ahora sí, faltan 400 metros y ya es el momento de gastar ese último cambio que me queda. Aprieto los dientes y lo doy todo hasta la meta. Para mi sorpresa, en los últimos momentos puedo ver en el cronómetro oficial que ya se ha sobrepasado la hora veinte… me lamento porque pensaba que lo estaba controlando y que llegaría unos treinta segundos por debajo, pero al mismo tiempo recuerdo que he tardado bastante en pasar por la línea de salida, así que mi objetivo va a estar ahí ahí. Aprieto todo lo que puedo, ya no doy más.

Entro en meta, me doblo por
la cintura, y mi cronómetro se para en 1h20’08’ No he conseguido mi objetivo por nueve segundos… lástima. No sé donde los habré dejado, no he tenido la sensación de bajar ritmo en ningún momento e íbamos por debajo de la media… supongo que habrá sido desde el 18 que iba más justo.

Recupero el aliento, me doy la mano con esta persona que tiró de mí los dos últimos kilómetros, le doy las gracias y le digo que si no es por él probablemente habría cedido más tiempo. Me dice que gracias a mí también porque yo he ido marcándole el paso los tres anteriores… nos reímos, nos damos la enhorabuena mutua y compartimos unos instantes de felicidad antes de ir cada uno por nuestro lado. Cosas del atletismo.

Ahora ya sí, una vez he terminado y he podido hidratarme y recuperar el aliento, me doy cuenta del magnífico día que hace para pasarlo en la playa… espero a que llegue Toni, que lo hace en seguida, también me encuentro por allí con José María Rosado, Dani, Henry, aparece Javi Kaña, Miguel Díaz y todos los demas de Guadalajara y, mientras nos tomamos unas cervecitas que daban por allí, vamos comentado la jugada. Esto es, sin duda, lo mejor del atletismo… 🙂

Una vez en casa, compruebo que, salvo el kilómetro 11 que incluye la subida, en el que rodé a 3’55’’, y un par de 3’50’’, el resto ha ido siempre por debajo de la media, 3’43, 3’46, 3’40’’ e incluso un 3’35… y mis tres últimos kilómetros, que pensé fueron los peores, salieron a 3’46, 3’46 y 3’42…

Moraleja: los Garmin no son exactos, tienen un pequeño margen de error, y si haces una carrera con “escuadra y cartabón” fiándote de ellos al milímetro para hacer una marca, es probable que no cumplas tu objetivo… por nueve segundos… habrá que tomarle la revancha al relojito en la siguiente carrera.

Como curiosidad, decir que con una hora y vente y ocho segundos, he quedado el 464 de la General y el 81 de mi categoría. Vaya nivelazo de carrera!! Y que he clavado el paso por los cinco miles… aunque no saliera lo que buscaba, creo que corrí bastante bien. Para estar contento.

Gracias, como siempre, a mi entrenador Javier Cañadillas “Kaña” por conseguir lo mejor de mí.

http://www.chiplevante.net/2016mmsantapola/Consulta.asp

RTVE ha hecho este reportaje sobre la carrera que incluye algunos buenos planos de Jawad, también sale Miguel Díaz y un servidor al final: