Hace tiempo leí algo sobre las leyes de la termodinámica. Como no podía ser de otro modo, no entendí absolutamente nada, pero me llamó la atención la segunda de estas leyes, porque en mi tendencia al silogismo fácil, me pareció intuir que si en los procesos de transformación de la materia hay tendencia al caos, eso puede explicar hechos tan inesperados como por ejemplo; en lo negativo, partidos políticos que hacen justo lo contrario a lo que su nombre da a entender; y en lo positivo, hechos tan alegres como que ella me devuelva la sonrisa o que en una mañana de domingo de marzo, justo cuando en peor forma me sentía, complete la mejor media maratón que he corrido.
La carrera en cuestión ha sido la V Media Maratón de Aranjuez, lugar al que nos hemos acercado un grupo de corredores del Club Maratón Guadalajara. Un perfil bastante favorable en un entorno bucólico (ya se sabe que los borbones cuando de su asueto se trata se toman mucho interés) atrajo nuestra atención y allí nos hemos presentado. En esta ocasión yo he contado con la ayuda de mi hermano keniata, que al no ir a mejorar su marca me ha hecho de liebre, lo que me ha venido de perlas. Gracias Tito. Como siempre muy mal colocados en la salida y los dos primeros kilómetros tirados a la basura y gastando energía en hacer todo tipo de requiebros para esquivar a corredores más lentos, que tampoco facilitan el ser adelantados. A partir del kilómetro tres o cuatro ya podemos correr en nuestro ritmo de crucero, así que ahí Tito se ha puesto cómodo, se ha servido una cervecita y unas aceitunas, el dominical de turno y se ha puesto a correr tranquilamente conmigo un paso por detrás procurando no echar el hígado e ignorando esos destellos en el campo de visión que indican que igual te hace falta un poquito más de oxígeno en la sangre. Así han ido pasando los kilómetros y en el paso por el primer diez mil los tiempos indicaban que mi objetivo de bajar de hora y media se iba a escapar por dos o tres minutos. En ese momento, y por algún motivo que no alcanzo a comprender, en lugar de tirar la toalla me he encontrado más fuerte y hemos puesto un punto más de velocidad, hemos empezado a adelantar corredores y hemos ido comiéndonos los kilómetros, de tal forma que cuando en el diecisiete hemos visto que la cosa era posible incluso me he llegado a sentir sobrado en esos ritmos, cosas de la dopamina, neurotransmisor de la alegría. Los dos últimos kilómetros, comprendiendo ya que lo íbamos a conseguir, han sido geniales, con la música de Vangelis sonando a todo volumen y los muchachos de carros de fuego corriendo a nuestro lado por la playa (bueno, así lo he vivido yo). Es difícil explicar la felicidad que he sentido al cruzar la meta, ya sé que no es para tanto, pero no me he encendido un puro allí mismo porque no es elegante fumar con mallas, camiseta y zapatillas de colores chillones.
Ha sido una mañana genial, con un sol primaveral y en magnífica compañía.
1H28’54” de tiempo neto, según mi crono. Mejor pensado, sí que me voy a fumar ese puro. Salud!!