Pues ya llegó el verano, ya llegó la fruta, y el club maratón vuelve a los entrenamientos nocturnos de los miércoles.

Anoche nos contraprogramaron con un partido de la seleccion de futbol y la pugna por la audiencia se resolvió a favor del cmgu por 5 participantes sobre no sé cuántos millones de espectadores del partido de fútbol. Y decimos a favor porque les garantizamos que los trails nocturnos son mejores.

De nuevo el alma pater ha aprovechado el estío para su peregrinaje anual a corea del norte, así que el grupo salió un poco a ver qué se encontraba.

En el grupo había una montañera, dos montañeros, uno que no entrena nunca y un asfaltero. La gente de montaña, a pesar de las nubes tormentosas que venían del este, demostraron al mundo que la montaña se les ha subido a la cabeza y decidieron que una pista ancha era algo que no estaba a su nivel de excelencia, así que empezaron a simular una escalada al everest por laderas, veredas, regueros, manantiales, etcetera.

El asfaltero iba conociendo la cantidad de vegetales que pueden clavarse en la piel de formas más o menos lacerantes, mientras recordaba nostálgico los tiempos en que el alma pater planificaba rutas para todas las zapatillas, sin necesidad de demostrar nada a nadie. Se veía a la legua que en el grupo nadie cocina pulpo habitualmente. Con todo, y  para que uno de los montañeros que recién llegaba del otro confín de la comarca lo disfrutara, llegamos a la cima de nuestra querida peña hueva, lugar en el que las vistas reconciliaron al asfaltero con el universo. Para bajar hay opciones fáciles y opciones difíciles.

El q no entrena nunca quiso probar la imposible y los montañeros la difícil. Uno de ellos tuvo a bien advertir del peligro de la pista de bajada por la combinación de pendiente descendente y piedras sueltas, y pidió precaución a la vez que comenzaba a bajar como si le persiguiera un concejal. El asfaltero comenzó a reflexionar sobre los mensajes de doble vínculo y las nefastas consecuencias que tienen en las personas, reflexiones que se vieron interrumpidas al presenciar como la montañera imitaba a buster keaton y caía de manera magistral. Por supuesto el siguiente fue él mismo, haciéndose consciente en ese mismo momento del esguince que se acababa de hacer. Todas estas circunstancias son contingentes, lo realmente necesario fue la belleza de las vistas y la sensacion de libertad que da el correr entre dos luces al margen de este loco mundo.

A la llegada a guadalajara, cerveza fresca y embutido para celebrar la vida como nos gusta.

No lo
olviden y no falten al próximo trail nocturno del Club Maratón. No se arrepentirán.
Salud!